Ellos se reunieron en una ciudad llamada Teotihuacán que había en el cielo, y de la cual la ciudad de Teotihuacan que está en México era como una sombra o un reflejo.
Aquel poderoso que quisiera convertirse en el Sol, debía arrojarse en esa hoguera y quemarse en ella. De ella saldría convertido en el Sol.
Dos de ellos querían hacerlo.
Uno era grande, fuerte, hermoso y rico. Estaba vestido con ropas de lujo y adornado con piedras preciosas. Les ofrecía a sus compañeros oro y joyas, muestras de orgullo.
El otro era pequeño, débil, feo y pobre; su piel era morena. Estaba vestido con su ropa de trabajo. Como era pobre, sólo podía ofrecer la sangre de su corazón, sus buenos y humildes sentimientos.
Cuando llegó la hora de arrojarse a la enorme hoguera, el grande y rico no se atrevió, tuvo miedo y salió corriendo.
Entonces el morenito feo, que era muy valiente, se arrojó en la hoguera. En ella se quemó, y salió de ella convertido en el Sol.
Cuando el otro lo vio, sintió vergüenza y él también se arrojó a la hoguera. En ella se quemó, y salió de ella convertido en la luna.
Este cuento se lo contaban nuestros antepasados a las niñas y los niños de hace mucho tiempo.
Así se les enseñaba que aquel que es valiente y bueno, aunque sea pobre y feo, puede hacer cosas mayores y más brillantes que las que hace aquel otro que es grande, fuerte y rico, pero no tiene valentía en su corazón.
Eso deben saberlo también ustedes.
Bibliografía
Bonifaz Nuño Rubén. (1999). “Nacimiento del sol y la luna” en Cuento de los abuelos. México. SEP. CONACULTA.CONALITEG. Pág. 13-15.